Enrique Mejía Reyes
Instituto Superior de Ciencias de la Educación del Estado de México (ISCEEM)
0000-0003-4595-3318
Acerca de
La intención de converger en un libro como el que el lector tiene en sus manos reside en por lo menos dos intenciones. La primera es establecer un diálogo respecto a una temática de gran importancia y que ha dejado consecuencias estructurales y subjetivas en el quehacer docente. Nuestra adscripción al terreno educativo nos exige un compromiso ético con la documentación de las experiencias docentes, nos corresponde hacer extensivas las voces con quienes compartimos vicisitudes, inquietudes y retos, pero que por razones diversas la hegemonía no permite su cauce. La segunda se ubica en la formación en el ISCEEM en, por y para la investigación, ya que no es sencillo concluir una investigación y mucho menos llevar al puerto de la publicación un trabajo compartido, no solo por quienes seguimos la senda académica, sino también por nuestros estudiantes de maestría y de doctorado. En esta bifurcación, buscamos hacer valer la fuerza de la palabra en un mundo donde por un lado se pregona el derecho a la expresión y por otro tal consigna se reduce a la reproducción de lo ya sabido.
¿Por qué un libro sobre los docentes y el confinamiento sanitario? Han pasado ya casi cuatro años desde que en México se anunció el cierre del lugar de trabajo de los docentes y tres desde el retorno a las clases presenciales; todo indicaría que hay que pasar “a lo que sigue”, no obstante, la posible respuesta a la pregunta está en que después de este tiempo, se resienten los efectos de la pandemia y del encierro (relativo) en varias esferas de la vida de los docentes.
Mientras duró el confinamiento, se intensificaron fenómenos ya conocidos por los docentes: las tecnologías fueron el soporte y el medio a través del cual sucedió el proceso de enseñanza, pero sustituyó el encuentro frente a frente, la relación corporal entre docentes y alumnos dentro del espacio áulico. El trabajo siempre extenuante y poco reconocido del docente se extendió llegando a la explotación; ahí surgieron inéditos, por ejemplo, por meses se realizó únicamente en el hogar, lo más drástico fue que en ocasiones los trabajadores de la educación convivimos con la enfermedad y la muerte. Todo lo anterior siempre vigilado, siempre bajo la construcción de nuevas formas de gestión con los estudiantes, padres de familia y autoridades en un emplazamiento no planeado por nadie, ni por las autoridades inmediatas, ni las locales o federales.