
ISBN
979-13-87631-86-4
Fecha de publicación
08-04-2025
Licencia
D. R. © copyright 2025; Virginia Guadalupe López Torre y Virginia Margarita González Rosales.
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Guadalupe Nathzidy Rivera Urbina
Universidad Autónoma de Baja California
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Ana Lucía Jiménez Pérez
Universidad Autónoma de Baja California
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Eunice Vargas Contreras
Universidad Autónoma de Baja California
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Denys Serrano Arenas
Universidad Autónoma de Baja California
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Acerca de
En 1996, la Organización Mundial de la Salud (OMS) en su 49ª asamblea mundial declaró que la violencia se trataba de un problema relevante de salud pública. En el reporte presentado el 3 de octubre de ese año se analizaron diferentes tipos de violencia como, por ejemplo: abuso y negligencia infantil, violencia juvenil, violencia de pareja, sexual, violencia hacia los adultos mayores, violencia auto infringida y violencia colectiva. La violencia puede verse reflejada en un gran número de conductas que están influidas por interacciones complejas entre la crianza, aspectos socio-culturales y factores neuro-biológicos. Actualmente los esfuerzos de la OMS se centran en mitigar la violencia en contra de las infancias y mujeres.
La violencia juvenil, según la OMS (2003), incluye las edades de 10 a 29 años, desde la infancia hasta los jóvenes adultos, situándose el pico más alto de actos violentos entre la adolescencia tardía y la juventud temprana.
La violencia se expresa a través de actos, y éstos pueden tener muchos matices, por ejemplo, el homicidio, riñas o peleas, bullying, abuso emocional, violencia de pareja, entre otros tipos de violencias. Los actos violentos pueden tener un impacto muy profundo sobre la salud mental y el desempeño escolar.
Pero además han de ser aprendidos, por lo que una sociedad que ejerce y tolera diversos matices de actos violentos, lo hace a partir de su propia estructura, la cual se instaura y se va aprendiendo a lo largo de la vida. Si para cometer el acto violento, debe haber alguien que lo ejerce y alguien que lo recibe, probablemente, desde la infancia temprana se empiezan a aprender roles de aquellas personas que ejercerán la violencia y aquellas otras que tendrán que soportar los actos violentos. Es decir, la estructura de la violencia se mantiene porque hay algunas personas que aprenden a tolerar y hay otras que aprenden a ejercerla, esto podría explicar el mantenimiento de la violencia de género por lo que cada vez que se ejerce, va más allá de quien la realiza y de quien la soporta (Hernández Hernandez, et al. 2007). Por lo que es importante para los individuos y para las sociedades saber si sus miembros reconocen los diferentes matices de acciones violentas.
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